Cargando contenido

Ahora en vivo

Seleccione la señal de su ciudad

El sur del Tolima, donde nacieron las Farc, produce el mejor café del mundo

El 24 de mayo de 1964, hace 51 años, el presidente conservador Guillermo León Valencia lanzó el Plan Lazo contra la República Independiente de Marquetalia en el sur del Departamento del Tolima contra un grupo de autodefensas campesinas al mando de un joven llamado <b>Pedro Antonio Marín, alias ‘Tirofijo’</b>.

Aviones de combate y helicópteros del Ejército llevaron a cabo la primera gran ofensiva contra 4 pandillas de 10 bandoleros, como los llamaban en esa época, comandados por ‘Tirofijo’, a quien también se le conoció como Manuel Marulanda Vélez , quien había constituido autodefensas liberales que se asentaron en toda la zona de Gaitanía, jurisdicción del Municipio de Planadas.



En 1920 el gobernador del Tolima decretó la construcción de una colonia penal y agrícola en la región del sur de Atá para encerrar a quienes contrabandeaban licores y tabaco y años más tarde se crea la inspección departamental de Policía. De la mano de un misionero jesuita llegan a lo que hoy es Planadas, colonizadores huilenses y antioqueños.

Nadie imaginó que esa colonia penal agrícola sería el comienzo de una historia de violencia, pero también la redención de miles de campesinos e indígenas que gracias a la fertilidad de esas montañas han logrado sobrevivir y convertir a la región en productor de uno de los mejores cafés del mundo.

De Planadas y sus veredas, dos mujeres caficultoras han ganado la Taza a la Excelencia y muchos otros han ocupado primeros lugares, por lo que su café se comercializa hoy en Australia, Japón y otros lugares del mundo a precios por encima de los regulares.

La senda la abrió doña Edith Enciso, quien en el 2006 ganó por primera vez este galardón y le cambió la cara al sur del Tolima, estigmatizado como zona roja por el predominio de las Farc. Allí en su finca la Isla, a pocos minutos del corregimiento de Gaitanía, la encontramos secando el grano que en unos días será exportado.

Recuerda que su padre, que era arriero, llegó a Planadas cuando la violencia estaba en ebullición. Vinieron del Líbano en el norte del Tolima, buscando mejor vida. “En esa época no había vías, traían las remesas de Neiva por caminos reales, ellos mismos trocharon y empezaron a traer el café de Chaparral y a tumbar montaña”, dijo.

En medio de las balas y las bombas ha tenido que cultivar y recoger el grano, el café para la paz dice ella. “Cuando recolectamos el café para la Taza de la Excelencia que gané, aquí había un bombardeo, los trabajadores lo recogían en medio de las bombas, pero gracias a Dios a través del café, la cara de Gaitanía cambió, primero era guerrilla ahora es café de alta calidad”, afirma orgullosa la mujer.

El premio a la Taza de la Excelencia le ha permitido mejorar sus cultivos y agrandar su empresa y su finca, visitada por los compradores extranjeros que supervisan personalmente que cumpla todos los estándares internacionales para producir el café.


Doña Edith, al igual que los campesinos e indígenas del sur del Tolima, ansían que en La Habana se logre un acuerdo de paz, porque ellos más que nadie han sufrido la guerra, saben que así como esta tierra fue la cuna de las Farc y se han acostumbrado a su presencia durante 60 años, ahora se ha convertido en el mejor ejemplo de lo que puede ser el posconflicto.

El café para la paz

El municipio de Planadas, que es el primer cultivador de café del Tolima, produce el 12, 24 por ciento del grano en 84 veredas en una área de 13.613 hectáreas, distribuidas en 6.667 fincas que cobija a un total de 5.809 cafeteros, lo que significa que más del 90% de sus habitantes viven de la caficultura.

Los habitantes del sur del Tolima han logrado con su esfuerzo que los conozcan porque producen uno de los mejores cafés del mundo y, aunque en esa tierra nacieron las Farc , quieren contarle al mundo que con el trabajo y el amor por este producto se puede progresar y la violencia ya es cosa del pasado.

Sin embargo, esta región que podría ser ejemplo para el posconflicto si se firma un acuerdo de paz con las Farc en Cuba, carece de buenas carreteras para sacar el producto, no tiene centros de educación superior para los jóvenes que terminan el bachillerato, ni un hospital adecuado para atender a la población.

En las veredas del Corregimiento de Gaitanía, aunque hay empleo y progreso, las nuevas generaciones están en el dilema de quedarse o irse a buscar nuevas oportunidades, una forma de evadir el camino de las armas.

Jonathan Andrés Echeverry tiene 21 años, es casado, desde niño trabaja en labores relacionadas con el café y afirma que su vida está en el campo. “Vivo muy bueno aquí en Gaitanía, aquí se vive sabroso, no falta la comida ni el dinero”, acota.

Pese a que está en zona roja, asegura que nunca ha sido presionado para engrosar las filas de la guerrilla. “Hasta donde he vivido acá no he escuchado de reclutamiento forzoso y el que se quiere ir por allá es porque no le gusta trabajar”.

Igual que doña Edith Enciso, Echeverry dice que “ojalá se logre un acuerdo con las Farc para que todo el presupuesto que se gasta en guerra se invierta en salud y educación para los colombianos”.

Las mujeres tienen menos opciones, pero saben que por ahora es mejor quedarse y vivir del cultivo del café.

Angie Viviana Gutiérrez tiene 18 años de edad, ya formó un hogar, dice que su mayor ilusión era seguir estudiando tras terminar el colegio, pero sus padres no tienen recursos, esa es su mayor frustración, al igual que la de muchos jóvenes que no tienen la forma de acceder a la educación superior. Por eso trabaja en lo que salga y ayuda a su marido, “o sino en la cocina”, murmura con una sonrisa.

En Gaitanía, además del cultivo del grano, un grupo de cafeteros se organizó para procesar, moler tostar y empacar el producto y venderlo listo para el consumo. En el casco urbano abrieron ‘la tienda del café’ donde funciona la sede de la Asociación de Cafés Especiales de Gaitanía, Acdega.

Virgelina Suárez es la fiscal de esta agremiación, dice que 67 familias cafeteras se unieron para vender el café procesado de alta calidad con buenas prácticas agrícolas.

“Lo vendemos procesado y en pergamino para exportación a Japón, Estados Unidos, Europa y otros países”, señala con orgullo. La libra del Café Especial Gaitanía “se vende a 20 mil pesos en el pueblo, pero en los supermercados de las ciudades vale 30 o 40 mil pesos y en el exterior puede costar 130 mil pesos”.

La microempresaria dice que la región del sur del Tolima ha sido permanentemente azotada por la violencia. “Yo nací aquí en Gaitanía, ha habido muchas muertes injustas, nos gustaría que nuestro café fuera el café de la paz y qué bueno que la paz llegara por fin a esta región”.

En las montañas del sur del Tolima, donde antes tronaban los bombardeos y las balas, hoy sale un aroma de tranquilidad, sus caficultores esperan que por fin llegue la paz, la paz que ellos ya están tejiendo produciendo el mejor café del mundo.